Fotografía del Dr. José Gregorio Hernández Cisneros
Dr. José Gregorio Hernández Cisneros.
Médico, Científico y Filántropo de profunda vocación Religiosa
Su Pueblo Natal.
La población de Isnotu que para la segunda mitad del siglo XIX, era también conocida como parroquia Libertad. Isnotú o Libertad, Distrito Betijoque, Estado Trujillo - Venezuela; era entonces apenas un pequeño caserío de humildes hogares agrupados en torno a dos calles. La vía principal era de 1.700 metros de largo y 8 de ancho, y la otra de 600 metros con 7,5 de ancho. El pueblo de Isnotú, se eleva a 850 metros sobre el nivel del lago de Maracaibo y a 500 km. de la capital Caracas. Limita al Norte con la quebrada de Lamedero. Al Sur con el cerro de Ponemesa. Al Este con la quebrada de Canambú. Y al Oeste con la de Vichú.
Pueblo de Isnotu - Estado Trujillo Venezuela
En la actualidad, la fisonomía de Isnotú difiere mucho de la de los tiempos de José Gregorio, pues no sólo el progreso ha llegado hasta ésta, antiguamente apartada región andina; sino que junto a la producción de caña, café, plátano, maíz, frijoles, maderas laborables y de otras propiedades, se ha venido a sumar, como elemento influyente en la economía de la región, el incesante peregrinar de los devotos de José Gregorio, que vienen a depositar sus peticiones y acción de gracias en las dos únicas paredes que quedan de la casa que lo vio nacer.
Casa Natal de José Gregorio en Isnotu, Estado Trujillo.
En esta casa de la que sólo quedan 2 paredes originales, se construyó
el Santuario Niño Jesús (Templo de José Gregorio Hernández)

Santuario Niño Jesús (Templo de José Gregorio Hernández)
Nacimiento.
José Gregorio Hernández Cisneros, nació un 26 de Octubre de 1.864. Fue bautizado en la Iglesia del dulce nombre de Jesús de Escuque, el día 30 de Enero de 1865. El 6 de diciembre del año 1.867 fue confirmado por el ilustrísimo señor Juan Bonet, Obispo de Mérida.
José Gregorio a los 3 años
el día de su Confirmación 1.867
Sus Padres.
En 1.864 Isnotú era un pueblo de gentes humildes dedicadas a la agricultura o al corte de madera. La familia de José Gregorio tenía una posición un poco más elevada en el pueblo, pues el padre, don Benigno, poseía un comercio, de esos característicos en las zonas rurales en aquellos años. En este comercio se vendía de todo lo que podrían necesitar las familias del pueblo, desde sal y pimienta hasta jabones, telas, perfumes y artículos de género.
Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla
Padres de José Gregorio Hernández
Su padre, don Benigno María Hernández Manzaneda era de ascendencia colombiana, y su madre, doña Josefa Antonia Cisneros Mansilla, era de procedencia española.
Por linea materna había cierto parentesco con el famoso cardenal Francisco Jiménez de Cisneros quien fuera confesor de la reina Isabel la Católica, fundador de la universidad de Alcalá y un gran propugnador de la cultura en su época.
Por línea paterna, a través del linaje de un tío bisabuelo, José Gregorio se emparentaba con Francisco Luis Febres Cordero Muñoz, eminente educador y escritor, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, y correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española, quien utiliza como seudónimo literario G.M. Bruño, con el que escribió un célebre libro de cálculo que habría de resultar muy útil a toda una generación de estudiantes.
José Gregorio a los 7 años 1.871
Los años de infancia de José Gregorio transcurrieron sin grandes sobresaltos en su pueblito de Isnotú,
Sus Estudios en Caracas.
Cuando apenas contaba trece años y medio José Gregorio le manifestó a su padre que le interesaba ir a Caracas a estudiar leyes; pero Don Benigno lo convenció de que debía estudiar medicina. José Gregorio aceptó obedientemente la orientación de su padre, y a partir de ese momento tomó a la medicina como su propia vocación, quizá porque veía en ella una manera de expresar su natural inclinación a ayudar a los demás.
Fue así, como siendo un adolescente bajó de la sierra trujillana hasta Caracas decidido a estudiar medicina. Habría de preparar el bachillerato en el Colegio Villegas, uno de los mejores de la época. Se encontraba al frente del colegio Guillermo Tell Villegas y su esposa Pepita Perozo de Villegas, quienes habrían de tomarle gran afecto al nuevo alumno. Inicialmente José Gregorio se hospedó en habitaciones del mismo colegio. No pasó mucho tiempo sin que las cualidades de estudiante, y el carácter serio de José Gregorio se destacara entre sus compañeros. Estos rasgos no pasaron inadvertidos para el rector del plantel, y poco después lo nombraba inspector para que velara por el mantenimiento de la disciplina en los predios de la escuela. Durante sus años en el colegio Villegas, José Gregorio siempre obtuvo las mejores notas, ganó distinciones y premios, y en varias ocasiones las medallas de la aplicación y de buena conducta. Fue tanto su adelanto que llegó a fungir como profesor de aritmética. Entre 1.878 y 1.882 José Gregorio cursó en dicho colegio preparatoria y filosofía, graduándose de bachiller en filosofía en ese último año.

José Gregorio, alumno del Colegio Villegas
1.882 a los 18 años
Carrera Universitaria
Cuando ingresó a la universidad central de Caracas José Gregorio tenía 17 años. Durante los dos primeros años de estudios universitarios continuó viviendo en el colegio Villegas, donde aún desempeñaba el cargo de inspector y donde era tratado como un miembro de la familia; pero, en 1.884, cuando comenzó a cursar el tercer año de medicina, dejo el colegio Villegas para establecerse en habitaciones alquiladas a los esposos Margarita Patria y Germán Puyou en la casa número 3 de Madrices a Ibarra.
En ese mismo año, mientras cursaba el tercero de medicina, habría de conocer a dos de sus mejores amigos, quienes habrían de significar mucho en su vida y cuyos datos testimoniales habrían de tener un valor incalculable para los biógrafos del sabio de Isnotú.
Terminó sus estudios de Medicina, graduándose en 1.888. Presentó su tesis en: “La doctrina de Laennec y La Fiebre Tifoidea en Caracas”, ambos relacionados con enfermedades bacterianas, campo en el cual centrará su profesión médica. Es considerado Fundador de la Bacteriología en Venezuela. Luego se traslada a su tierra natal para hacer medicina rural, donde recibe la noticia de que fue becado para cursar en París, estudios de Microscopía, Bacteriología, Histología y Fisiología Experimental.

José Gregorio, Graduado de Médico
"Universidad Central de Venezuela" Caracas - 1.888 edad 24 años
Medalla de Graduación de José Gregorio Hernández como Médico
"Universidad Central de Venezuela" Caracas - 1.888
Sus Estudios en Paris.
La fecha exacta de la llegada de José Gregorio a París se desconoce, pero se sabe que ya en noviembre de 1.889 se encontraba estudiando en el laboratorio de histología de Mathias Duval. Estos años en la capital francesa habrían de resultar muy positivos para su ulterior desarrollo como profesional y, como consecuencia, también serían decisivos para el avance de la medicina moderna en Venezuela. En París José Gregorio no perdió su tiempo en vanas diversiones, sino que dedicó todo su esfuerzo al estudio, la experimentación y al ejercicio de su profesión en los hospitales de esa ciudad, superando sus conocimientos a través del contacto directo con algunos de los mejores clínicos e investigadores franceses del momento. Durante esos meses José Gregorio asistió asiduamente al laboratorio del Mathias Duval, donde aprendió y practicó histología. En el laboratorio del doctor Charles Richet profundizó en fisiología, y el del Dr. Strauss se dedicó a investigaciones bacteriológicas, y emprendió exitosamente un original experimento sobre la vacuna química.
José Gregorio - Paris - 1.890 a los 26 años
Durante su estancia en la capital francesa José Gregorio compró un violín en el cual practica esporádicamente. Este violín, que había recibido la medalla de oro de la Exposición Universal de París de 1.889, habría de acompañarlo hasta que partió para la Cartuja de Farneta en 1.908, cuando se lo regaló a su sobrino Benigno. Una nota grave habría de ensombrecer el triunfo que significaba para José Gregorio el poder desarrollar sus conocimientos profesionales en la capital francesa.
El 8 de marzo de 1.890 murió su padre, don Benigno Hernández Manzaneda. Transido de dolor por no haber estado junto a su padre en el último momento, José Gregorio nombró como apoderado para las cuestiones legales de las que debía ocuparse como hermano mayor a su cuñado Temístocles Carvallo. Con un nuevo gesto de generosidad, José Gregorio entregó toda su herencia a sus sobrinos, los hijos de su hermana Sofía con el señor Carvallo.
En 1.891, ya plenamente familiarizado con los últimos desarrollos científicos de la capital francesa, José Gregorio hizo gestiones con el Ministro Plenipotenciario de Venezuela en París, y con el Embajador de Alemania, para viajar a Berlín con el fin de continuar sus estudios de histología patológica. Contrariamente a lo que esperaba José Gregorio, este viaje no se realizó, aun cuando la beca que se le había otorgado originalmente también incluía los mencionados estudios en la capital alemana.
Sin embargo, el gobierno venezolano, informado de los adelantos obtenidos por José Gregorio en París, lo responsabilizó con la compra de todo el instrumental necesario para la creación de un laboratorio de fisiología experimental, el cual, por disposición presidencial, habría de establecerse en el Gran Hospital Vargas de Caracas. José Gregorio recibió una comunicación oficial de dicha designación firmada por el Ministro de Instrucción Pública, tras lo cual se dedicó a elaborar un inventario de lo que debería tener dicho laboratorio, y a calcular el presupuesto necesario para el mismo. Como modelo tomó José Gregorio al laboratorio de la Facultad de Medicina de París. No se sabe la fecha en que salió de Francia el joven médico, pero el 24 de agosto de ese año José Gregorio se encontraba establecido en Caracas.
Su Vida Profesional.
Regresa de Europa en 1.891, a su llegada a Caracas, José Gregorio funda el Instituto de Medicina Experimental y se dedicó a la instalación del Laboratorio de Fisiología Experimental que se le había encargado comprar en París en el Hospital Vargas de Caracas y al mismo tiempo busca perfeccionar el uso del Microscopio. A las pocas semanas, a principios de noviembre de 1.891, el Presidente de la Republica Raimundo Andueza Palacio dictó un decreto mediante el cual se establecía en la Universidad Central de Venezuela los estudios de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología. Acto seguido el ministro de instrucción pública dictó una resolución en la que se nombraba a José Gregorio catedrático de esas materias. En realidad estas cátedras habían sido creadas especialmente para él, pues era a la sazón el único verdaderamente capacitado para enseñarlas y desempeñarlas; siendo ésta la primera Catedra de este tipo que se fundo en América Latina. Este acontecimiento convirtió a José Gregorio en un verdadero precursor de esas disciplinas científicas, impulsando la renovación y el progreso de la ciencia en Venezuela. Dando un ejemplo de abnegación poco común, José Gregorio se presentó a desempeñar su labor a la mañana siguiente del nombramiento, prestando juramento como profesor ante el rector de la universidad el 16 de noviembre de 1.891. El reconocimiento oficial a la ciencia del doctor Hernández, sumado a los modernos conocimientos y a la valiosa experiencia que había adquirido en Europa, le garantizaron una favorable acogida en los medios profesionales y aristocráticos de Caracas y fue asi que en 1.904 ingresa como individuo de Número (Sillón XXVIII) a la Academia Nacional de Madicina, siendo además uno de sus fundadores. Pero, amén de esas cualidades indiscutibles, en opinión de muchos, fue su carácter afable y comprensivo lo que le granjeó de inmediato una gran clientela en todas las esferas sociales de la capital.
En opinión del Dr. Santos Aníbal Dominici, "impuso su valimiento científico a las pocas semanas de su actuación médica". Convencidos de su pericia y de su eficacia profesional, muchos galenos caraqueños no vacilaron en consultarle, incluso al pie del lecho de sus propios enfermos. Al cabo de cierto tiempo, algunos doctores más viejos comenzaron a transferirle sus pacientes, llegando a contar el Dr. Hernández con una de las más extensas clientelas de la Caracas de aquellos tiempos. Los métodos modernos que empleaba a la hora de emitir sus diagnósticos, y lo acertado de éstos, le dieron a su opinión profesional una validez indiscutible.

José Gregorio - Caracas - 1.893 a los 29 años
Su Vida Religiosa.
La vocación sacerdotal que según algunos de sus biógrafos había alimentado desde joven junto a su vocación por la medicina, se había desarrollado de una manera serena, manteniéndose siempre como a la sombra de su fervor profesional. No era José Gregorio hombre a quién se oyera con frecuencia hacer comentarios religiosos, al extremo de que uno de sus amigos cercanos, Pedro César Dominici, se sorprendió mucho cuando en una ocasión, conversando acerca del clero, éste le reveló que pertenecía a una orden exclaustrada.
No obstante esa discreción con respecto a su vocación y su fe, su deseo de entregarse totalmente a Dios fue siempre en aumento. En 1.907, después de haberse traído a todos sus familiares a Caracas, y de haber encaminado hermanos y sobrinos en dicha capital, José Gregorio sintió que ya sus deberes familiares estaban cumplidos. Y como ya se encontraba jubilado de su puesto de catedrático universitario, y además había hecho valiosos aportes a la medicina venezolana con sus trabajos científicos, consideró que también sus deberes para con su país y con la ciencia habían sido cumplidos, por lo que le era posible entonces llevar a vías de hecho su tan aplazada vocación religiosa. El padre Juan Bautista Castro, su director espiritual durante años, quien era a la sazón Arzobispo de Caracas y Primado de Venezuela, después de mucho discutir con José Gregorio todo lo útil que aún podía ser a su país y al mundo, aprobó finalmente la vocación de José Gregorio. Monseñor Castro envió una carta de recomendación con fecha 6 de octubre de 1.907 en la que solicitaba al Prior de la orden de San Bruno en La Cartuja de Farneta cercana al pueblito de Lucca, Italia, el ingreso de José Gregorio en dicho claustro. José Gregorio por su parte envió también una carta al Prior.

La Cartuja de Farneta ubicada al norte de Lucca, Toscana - Italia.
Es una Orden Contemplativa de los Monjes Cartujos de la Iglesia Católica,
fundada por San Bruno y San Hugo en el año de 1.084.
El 16 de julio de 1.908 llegó José Gregorio finalmente a la Cartuja de Farneta. Los preliminares de su ingreso consistieron en un nuevo examen de su vocación que habría de durar varios días. En estos días se instruía al aspirante a novicio sobre los pormenores de su vida futura y de todos los detalles de la orden en la que iba a ingresar, al mismo tiempo que se comprobaba si su vocación era puramente religiosa o si simplemente se trataba de reacción pasajera ante circunstancias adversas de la vida de este mundo.
Una vez probada su vocación, Fray Etienne le lavó los pies, ceremonia previa a ser recibido en la celda por el Prior de la orden. Este lavatorio de pies simboliza que el novicio debe dejar tras de sí al entrar en clausura ´el polvo del siglo´ y consagrar su vida a la oración y la devoción. El período de postulado habría de durar un mes. Durante ese mes el futuro novicio vistió un manto negro sobre sus ropas civiles al acompañar a los cartujos en todas sus actividades monacales. En esos días el maestro de novicios, Fray Etienne, se encargaba de instruirlo en las labores que una vez aceptado en al orden, habría de ser su quehacer diario. Al cabo de este mes de postulado, probada una vez más la voluntad y la vocación de José Gregorio, el Prior lo propuso ante los frailes de la comunidad para la toma del hábito. En la sala del capítulo de la cartuja, José Gregorio arrodillado a los pies del Prior, y con las manos de este entre las suyas, respondió a las preguntas que éste le formulaba en latín.
Una vez concluido el interrogatorio los frailes debían votar con respecto a la aceptación de José Gregorio como cartujo, mientras el futuro novicio se retiraba a la capilla en espera del resultado. La votación se haría privada y en secreto. Cada fraile debía colocar un grano negro o uno blanco en una urna según fuera su opinión con respecto al ingreso del nuevo novicio en la orden. Al contarse los granos se comprobó una mayoría de granos blancos, y José Gregorio fue conducido nuevamente a la sala del capítulo, donde hubo de escuchar una nueva alocución del Padre Prior. José Gregorio, de rodillas repitió su solicitud de ingreso en la orden, a lo que el Padre Prior respondió: "En el nombre de Dios y de la Orden, en mi nombre y el de mis Hermanos, yo os admito entre nosotros; y os prevengo de que hasta vuestra profesión vos sois libre de retiraros, pero nosotros también, de nuestra parte, podemos despediros si vuesta conducta nos desagrada" Inmediatamente después le dio el "beso de paz", y seguidamente José Gregorio fue a arrodillarse ante los pies de cada uno de sus nuevos hermanos en la orden, quienes a su vez, solemnemente conmovidos, también lo besaron y lo abrasaron. A partir de ese momento ya José Gregorio nunca más podría vestir las ropas seglares, sino que bajo el manto negro, habría de llevar ahora el cilicio de piel de cabra que impone la orden y la túnica blanca de los novicios. Además su cabello fue cortado al rape y le afeitaron el bigote que había conservado hasta el momento. Su nombre paso a ser entones el de "Hermano Marcelo", y se le adjudicó una celda en el convento que ostentaba en la puerta en una tablilla la letra U y una sentencia en latín tomada de la Biblia "Vir obediens loquetur victoriam" Era el 29 de agosto de 1908. Con el nombre de Fray Marcelo nacía José Gregorio a una nueva vida de duras privaciones, pues las reglas de la orden obligan al novicio a familiarizarse desde el principio con todos los rigores de la vida cartujana.
Los días en la cartuja se dividían en 7 horas de sueño, 15 de estudio y ejercicios espirituales, y 2 horas de trabajo físico. Las celdas cartujanas están compuestas de dos compartimientos, uno destinado a dormitorio y el otro destinado al estudio; cuentan también con un pequeño patio, donde a solas realizan los trabajos que consisten fundamentalmente en cortar leña con hacha. De éstos aposentos no pueden salir los monjes sino cuando el Prior o el Maestro de Novicios se lo pide. La comunicación está prohibida en todo momento pues hasta en los oficios religiosos deben permanecer con la vista baja. Si precisan de algo, tienen que escribirlo en un papel y colocarlo en el torno de la celda en el cual se les colocan los escasos alimentos.
Como se ve es un régimen de total aislamiento no solo del contacto humano sino de todos los posibles placeres del cuerpo como pueden ser el comer y el beber. Las mortificaciones son constantes pues el cilicio molesta en su contacto directo con la piel, y cuando hace frío, aunque las ropas son de lana, resulta muy incómodo, pues no les es permitido encender fuego para calentarse, ni siquiera cuando la temperatura llega hasta varios grados bajo cero en la escala de grados centígrados.
Todo parecía indicar que Fray Marcelo tomaría finalmente el hábito y seguiría sin tropiezos el camino que se había trazado; sin embargo, el señor tenía deparado un destino diferente al fervoroso cartujo, pues la salud de José Gregorio se vio quebrantada ante las duras reglas de la orden. El padre superior D. Rene, considero prudente el que Fray Marcelo volviera a ser el Dr., José Gregorio Hernández y que regresara por unos años a Venezuela hasta que su salud se viera totalmente restablecida. Por esa razón, y contra su voluntad, José Gregorio se vio precisado a dejar los hábitos y a abandonar la Cartuja de Farneta nueve meses después de haber ingresado en ella.
José Gregorio, fotografía realizada
en Nueva York en 1.917 a los 52 años
Su Muerte.
El 29 de Junio de 1.919, como todos los días, José Gregorio se levantó a las cinco, tomó su primer baño del día, rezó el Ángelus, y después se dirigió a la iglesia de la Divina Pastora a escuchar la misa y a comulgar. Como era domingo, no tenía que ir a la universidad, por lo que se fue a visitar algunos de sus enfermos en esa parroquia. Regreso luego a su casa (en el número 3 de San Andrés ha Desbarrancado), donde su hermana Isolina le sirvió el desayuno: pan, mantequilla, queso y agua de panela. Después de organizar su consultorio, salió a visitar las casas de sus pacientes, cosa que acostumbraba hacer en las mañanas que no tenía clases, entre las ocho y las once y cuarenta y cinco. Para este recorrido José Gregorio iba generalmente a pie. Poco antes del mediodía llego a su casa, donde tomó su segundo baño del día como era costumbre. A las doce del día rezó el Ángelus y se sentó a almorzar. Este último almuerzo consistió en sopa, legumbres, arroz y carne acompañados de un refresco de guanábana que le enviara su cuñada, Dolores de Jesús Briceño Gonzáles, la esposa de César Benigno. Para reposar el almuerzo se sentó en la mecedora que tenía para atender a los pobres que venían a verlo durante dos horas todos los días. Estaba esta mecedora junto a una imagen de San José. Pasada la una y media de la tarde llego alguien a avisarle de que una señora anciana se encontraba muy grave, José Gregorio tomó su sombrero y partió enseguida a visitarla. Esta anciana vivía entre calles de Amadores y carbones. Cuando salió de consultar a la anciana enferma, José Gregorio, considerando que esta era muy pobre decidió el mismo irle a comprar las medicinas que le había recetado y para ello se llegó hasta la farmacia que se encontraba en la esquina de Amadores. En la esquina de Amadores y Urapal se encontraba estacionado un tranvía y en el momento en que salía José Gregorio de la farmacia con las medicinas otro tranvía subía desde Guanabanos hacia Amadores. José Gregorio fue a cruzar la calle por delante del tranvía que se encontraba detenido, sin percatarse de que un automóvil se aceraba en esa dirección, sorprendido por la aparición inesperada del transeúnte el chofer no pudo detener a tiempo el vehículo que conducía a 30 Km. por hora y José Gregorio recibió el fuerte impacto que lo lanzó por el aire contra un poste telefónico; golpeándose en su caída con el filo de la acera. Este golpe de acuerdo con el informe forense es lo que ocasiona la muerte del ilustre médico y siervo de Dios pocos minutos más tarde, pues le fracturó la base del cráneo y le provocó una hemorragia interna.
La señorita Ángela Páez se encontraba en ese momento asomada al a ventana de su casa el número 29 entre Guanabano y Amadores y pudo ver el accidente. De acuerdo a su testimonio cuando José Gregorio vio que se le abalanzaba el automóvil, exclamo: "Virgen Santísima". Por extraña coincidencia el que conducía el automóvil Fernando Bustamante Morales, iba a ser compadre de José Gregorio y este había curado en una ocasión a su madre y salvado de la peste a una de sus hermanas.
En el mismo auto que lo atropellara llevaron a José Gregorio a toda carrera hasta el Hospital Vargas. Cuando llegaba el coche con la victima ya en estado de coma salía en ese momento del hospital el Presbítero Tomás García Pompa, Capellán de esa institución quién al enterarse del caso regresó justo a tiempo para imponer los Santos Oleos al moribundo. También en el mismo auto del accidente fueron a buscar al doctor Luis Razzetti, quien habría de firmar el acta de defunción:" además de la fractura de la base del cráneo certificada, tenía una ligera herida en la sien derecha, y un morado en la misma sien, señales del golpe contra el poste de hierro; por la nariz y la boca le brotaba sangre; más arriba de las rodillas tenía una franja morada en ambas piernas" Las hermanas de San José de Tarbes fueron las encargadas de la piadosa labor de amortajar a José Gregorio. Una vez examinado y amortajado el cuerpo fue trasladado a la casa de sus hermanos José Benigno, Avelina y Hercilia Hernández, en el número 57 en la avenida Norte, entre Tienda Honda y Puente de la Trinidad. La elección de esta casa para exponer el cuerpo se hizo tomando en cuenta el que era más grande que la de José Gregorio y como se esperaba una gran afluencia de dolientes en esta casa sería más fácil acomodarlos.
Sin embargo la reacción popular fue muy superior a lo que se esperaba. La noticia de su muerte fue trasmitida por toda Caracas en cuestión de minutos y el número de personas que se presentó a ofrecer sus últimos respetos al doctor Hernández fue tan grande que las autoridades tuvieron que intervenir para organizar el desfile incesante de dolientes. Durante toda la noche estuvieron desfilando pacientes y amistades por la capilla improvisada en la casa de la avenida Norte para ver por última vez al médico y al amigo que tanto bien les había hecho en éste mundo. A las siete de la mañana del día siguiente, realizó el oficio de difuntos de cuerpo presente el entonces Arzobispo de Caracas, Primado de Venezuela Monseñor Felipe Rincón Gonzáles. A la luctuosa ceremonia concurrieron sus familiares y un gran número de representantes de organizaciones religiosas.

El 30 de junio de 1.919, el féretro del Dr. José Gregorio fue trasladado de la casa de su familia a la Universidad Central de Venezuela, pero la gente se aglomero en las afueras y reclamó que se lo entregaran. El pueblo quería ser quien lo llevará hasta el cementerio.
A las 10 de la mañana del 30 de Junio de 1.919 se inició el traslado del féretro hacia el Paraninfo Universitario. Este habría de hacerse en los hombros de los estudiantes y de sus discípulos. Dos largas hileras de colegas y estudiantes precedían el cortejo fúnebre. Cada uno de estos portaba una corona floral. Una vez depositada la fúnebre carga se estableció una guardia de honor en torno al ataúd integrada por cuatro alumnos los cuales eran reemplazados cada media hora. Las ofrendas florales que según algunos sumaban más de mil coronas, fueron colocadas en el salón central del Paraninfo y en otros salones. Si grandioso había sido el desfile hacia el Paraninfo Universitario, indescriptible resultaría el desbordante cortejo hacia la Catedral. Toda Caracas se desbordaba en un verdadero mar humano para ver pasar por última vez al que tantas veces recorriera sus calles para llevar salud, consuelo y ayuda.
Camino a los Altares.
El proceso se inició en junio de 1.949, a los 30 años de su muerte, siendo Arzobispo de Caracas Mons. Lucas Guillermo Castillo quien ordenó la etapa informativa. En agosto de 1.957 se hizo el proceso rogatorial realizado en la Habana donde su Cardenal Manuel Arteaga Y Betancourt había estudiado con el Doctor en Caracas. En abril de 1.964 se declaró que no había impedimento para proseguir con el resto del sumario. La Causa se introdujo oficialmente el 4 de mayo de 1.972. Para ello se realizó en Caracas, entre julio de 1.973 y enero de 1.976, un juicio apostólico para recopilar información. El caso se trasladó a Roma para que en la Congregación de la Causa de los Santos donde se llevó a cabo las llamadas animadversiones, a cargo del –abogado del diablo-, que intenta desvirtuar al candidato. Finalmente la Santa Sede en reconocimiento a sus virtudes heroicas, lo declara "Siervo de Dios".
El 23 octubre de 1.975 los restos fueron trasladados a la iglesia parroquial la Candelaria. En septiembre de 1.985 es aprobado el expediente sobre las virtudes heroicas, para estudiar la posibilidad de nombrarlo Venerable, título que da la Iglesia a quienes considera un modelo de vida cristiana, digno de ser imitado por los fieles. El heroísmo y las virtudes fueron proclamadas por el Papa Juan Pablo II el 16 de enero de 1.986, quien lo declaró "Venerable".
El Vaticano ha rechazado varios milagros atribuidos a Hernández; un miembro del equipo local de revisión de milagros comentó a Associated Press en 1.997, que al menos tres milagros habían sido rechazados por errores formales en la documentación, uno de los cuales era un milagro relacionada a una curación de hidrocefalía.
Finalmente se ha acreditado el primer milagro del Dr. José Gregorio Hernández con la sanación de Yaxury Solórzano, una niña de 10 años que recibió un disparo en la cabeza durante un atraco en 2.017. Los médicos no esperaban que sobreviviera, y en caso de que lo hiciera, creían que quedaría discapacitada. Pero su madre le rezó a Hernández y sostuvo que le dijo que todo estaría bien. Una semana después de la cirugía, la niña se había recuperado por completo.
Tres años más tarde, el 9 de enero de 2.020 la comisión médica de la Congregación para la causa de los Santos, aprueba el milagro atribuido a su intercesión. El 27 de abril la comisión teológica de la Congregación para la causa de los Santos, aprueba por unanimidad el milagro atribuido a su intercesión. Posteriormente el 19 de junio del mismo 2.020, el Papa Francisco en el Vaticano firmó un decreto que autoriza la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández, pasando a ser ahora reconocido por la iglesia católica como "Beato". La ceremonia de Beatificación se llevó a cabo el 30 de abril de 2.021, presidida por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede.
Ahora los católicos venezolanos necesitan dar prueba de otro milagro, para que José Gregorio Hernández sea oficialmente declarado santo. Se cree que la canonización no tardará mucho en llegar. De todos modos, es probable que para muchos devotos de José Gregorio, tanto venezolanos como de otros países la beatificación sea más importante que la santificación, pues así la iglesia local ya puede venerar a la persona. Por tanto, “La beatificación significa más que un medio para un fin. Las personas que más se preocupan por él, ya están disfrutando del logro”.
Autor: Abg. Salvador Antonio Pérez Nadal. Fuente: Catholic.net
Agradeciendo al autor de este artículo, que es cortesía de:
http://es.catholic.net/laicos/771/717/articulo.php?id=24466
Cosas Anecdóticas de Jose Gregorio.
La representación actual de José Gregorio con bata blanca y con estetoscopio en forma de “escultura” y “pintura”, se ha popularizado mucho, pero no corresponde a la realidad. En verdad esta imagen es muy idealizada. Sin embargo se hace necesario hacer unas consideraciones importantes sobre esta imagen puesto que, el rostro actual en el retrato original (foto de 1.917), no guarda parecido con su rostro fotográfico. No pretendo con esta observación herir susceptibilidades a los devotos de los que formo parte, pero en algunas ocasión se hace necesario decir las verdades históricas por más duras que parezcan. Y con relación al estetoscopio; se ha hablado mucho de este asunto, pero si nos atenemos a los relatos del libro biográfico de José Gregorio titulado “Nuestro tío José Gregorio” realizado por -su sobrino- Ernesto Hernández Briceño donde nos cuenta cómo examinaba a los enfermos el Doctor Hernández podemos observar que no usaba ni estetoscopio, ni maletín cuando visitaba a los enfermos. Según su sobrino la forma de examinar a los enfermos la describe así:
“Otra característica digna de mención es que José Gregorio no usaba maletín de médico. Para auscultar a sus pacientes utilizaba un pañuelo de seda el cual extendía sobre el pecho o la espalda del paciente, aplicando luego el oído. También auscultaba colocando dos dedos en la espalda del paciente y golpeándolos ligeramente con la otra mano. Se dice que tampoco se sentaba en casa de sus pacientes, tan apurado andaba siempre. Tampoco dispuso nunca José Gregorio de un consultorio, siempre veía a sus pacientes en su propia casa, en una habitación que tenía destinada al respecto, o bien los atendía en los propios hogares de los enfermos”.

José Gregorio en Bata Blanca
Imagen actual
Un connotado cronista del diario el Universal, Carlos Eduardo Misle “Caremis”, cuando se conmemoraban los 75 años de la muerte de José Gregorio Hernández escribió un artículo que tituló: “José Gregorio Hernández ofreció su vida por la paz”, fechado 26 de junio de 1.994. En el nos cuenta que su padre – que aún usaba pantalones cortos - trató mucho a José Gregorio, ya que su familia tenía una gran amistad con el médico en aquella época y mi abuelo no dejaba que la servidumbre atendiera al Doctor Hernández cuando los visitaba. Ya sea para brindarle café o jugo; este servicio lo realizaba mi propio padre como muestra de respeto y cariño. Nos narra Caremis lo siguiente: “Del testimonio de mi padre, trascribo esto:
-El doctor Hernández caminaba mucho y muy rápido, viendo hacia abajo. "Vestía siempre de negro", con camarita y paraguas. Según las circunstancias, usaba levita o paltó-levita. Comulgaba todos los días; rezaba de rodillas y bajaba la cabeza hacia el suelo, como si lo fuera a besar.
Caminaba tirando hacia adelante. Hablaba muy ligero, pero en tono muy alto y claro. Sus visitas a los enfermos eran cortas e iba al grano; no se distraía conversando. Sólo se limitaba a decirle al paciente: “Saque la lengua”; le ponía el termómetro; luego le preguntaba, ordenaba la dieta, extendía la receta y al despedirse decía: ”Con eso se pone bueno. ¡Adiós!. Era de pequeña estatura, era muy blanco y tenía bigotes y pelo negro. Tenía fama en Europa y aquí de poseer lo que se llamaba “un gran oído del corazón” y gran acierto en el diagnóstico; cobraba cinco bolívares por visita a domicilio y dos – o lo que pudiera el enfermo- en el consultorio.
Se hace necesario aclarar que en cuanto al estetocopio pintado en su imagen, su invención es de antes que naciera el propio José Gregorio Hernández, lo que quiere decir que si existía cuando él ejercía la medicina, pero por lo visto no lo usaba y mucho menos el de tipo membrana, como el que aparece en la pintura, puesto que su uso se popularizó llegando a la década de los 50 casi 30 años después de la muerte de José Gregorio.
Saliéndome un poco del tema de las “imágenes” y porque lo considero necesario e importante; hablemos un poco de su origen. El primer estetoscopio fue inventado en Francia en 1.816 por René Teófilo Jacinto Laennec, pero no era exactamente como lo conocemos ahora. Consistía en un pequeño tubo de madera de unos 30 centímetros con los extremos acabados en forma de cono. Como una especie de trompetilla.
Por razones obvias de espacio no se pueden representar aquí la inmensa cantidad de imágenes que tiene el Dr. José Gregorio Hernández. Pero a mi juicio tal vez la imagen mejor realizada del Venerable, se encuentra en Villa Monsensol en el Marqués, en Caracas, su autor es Guillermo Locatelli y representa a José Gregorio con una mirada fija, penetrante como queriendo juzgar al que lo observa, su rostro refleja las arrugas de hombre cansado por el trabajo realizado, en su mano derecha un libro mostrando su aspecto de profesor y maestro, al fondo un microscopio aludiendo a su destacada labor científica. No se encuentra de pie como la mayoría de sus imágenes, se encuentra esta vez sentado. A manera de anécdota según me cuenta el Dr. Yáber en el año 1.992, este cuadro que presento aquí a todo color, corrió con suerte de no ser destruido, todo sucedió cuando se realizaba una limpieza en el Edificio de Medicina Experimental de la UCV, en ese año el doctor Yáber ocupaba el cargo de rector de esa casa de estudio y gracias a una consulta que le hiciera la cuadrilla de limpieza sobre el cuadro; para ver si lo botaban o lo quemaban, el Dr. Yáber salió al encuentro de ellos y logró evitar así su destrucción, entonces se lo llevo a su casa lo limpió y lo mandó a enmarcar, años más tarde se lo entregó al padre Cesario Gil para que formara parte del pequeño museo que en honor se tiene en ese lugar al Dr. José Gregorio Hernández. Seguramente que la Providencia y el propio José Gregorio Hernández evitaron tal suceso.

Cuadro al Óleo Autor Guillermo Locatelli,
Ubicado en la Villa Monsensol. El Marqués - Caracas
Según el Ing. Marcel Carvallo en su libro "José Gregorio Hernández un hombre en busca de Dios", existe un cuadro que el artista Guillermo Locatelli pintó, bajo la dirección del Dr. Temístocles Carvallo ( tio del Ingeniero Marcel y sobrino del Dr. José Gregorio Hernández), éste es un cuadro de José Gregorio con mucha fidelidad. Actualmente este cuadro lo conserva la familia Carvallo, en ambos hemos podido observar la similitud de sus rostros.
Cuadro Pintado al Oleo por Guillermo Locatelli
que conserva la Familia Carvallo